A los 12 años, Bailey vive con su joven padre y su hermano en una casa okupa en el norte de Kent. En un entorno vibrante pero caótico, donde la música, el baile y los graffitis conviven con el descontrol, la soledad de Bailey se ve interrumpida por la aparición de Bird, un misterioso vagabundo cuya presencia parece desafiar las leyes de lo terrenal.